Alli esta èl con clara invitación,
tendiendo una rosa y su fragancia,
a esa mujer de tierna ensoñación,
de ojos grandes y raras circunstancias.
Agua para su sed, su amado instante,
ese oasis que de sombra la reviste,
la que espera día a día aun distante,
sin pensar si esta feliz o un poco triste.
Esa magia inminente en su mirada,
lo vuelve débil siendo èl, el objetivo,
encontrando en su alma enamorada,
el dulce aliento que le hace ser cautivo.
Al percibir su sonrisa persistente,
deja en la piel intima su huella,
esa que lo enciende como leño ardiente,
y sin pudor su deseo le atropella.
Vicky ©